Pretendo que el post sea de
lectura ligera a pesar de la temática por lo que no voy a incluir estadísticas ni
referencias, pero si te interesan las podrás encontrar con todo detalle en el
libro.
Vamos a ello…
Para empezar, cabría esperar que el número de enfermos mentales hubiera
disminuido significativamente desde que esta «revolución
psicofarmacéutica» comenzó, sin embargo no ha sido así. Es más, la
cantidad de personas diagnosticadas con algún trastorno mental se ha disparado en
los últimos años. Además, este aumento parece coincidir con la llegada del
Prozac a nuestras vidas (por si no lo sabes es uno de los antidepresivos estrella
de los últimos tiempos) así como la llegada de otros psicofármacos. Otro dato
digno de mención es que los números se
han disparado no solo en población adulta sino también en niños. ¿Entonces
qué pasa? ¿significa esto que los psicofármacos no funcionan? Los medicamentos empleados para los
trastornos mentales han demostrado cierta eficacia, eso es indiscutible
porque muchas personas se ven beneficiadas por los mismos y gracias a ellos
pueden llevar una vida funcional. Sin embargo, los datos anteriormente
mencionados plantean ciertas preguntas que como mínimo nos llevan a plantearnos algunas cuestiones
relevantes.
Si nos remontamos a los inicios
de la psiquiatría, todos recordaremos como antaño se empleaban técnicas como el
electroshock, la inducción del coma diabético o la lobotomía para
«curar» los trastornos mentales [de hecho, si te interesa el tema, actualmente
hay una serie de Netflix basada en el mundo psiquiátrico de aquella época
(Ratched) en la que se muestran todos
estos tratamientos y cuyo trasfondo es precisamente una crítica social a todo
lo que se hacía en aquella época], por no mencionar el estigma del trastorno
mental, el lamentable estado de los llamados manicomios de aquella
época así como el trato que se les daba a los pacientes. Tras la Segunda Guerra Mundial, y con todos los veteranos de guerra de
vuelta a casa con lo que eso suponía, se empezó a dar prioridad a la salud
mental y al cuidado/estado de las personas enfermas que se hallaban en aquellos centros. Fue por aquel entonces
cuando empezó la investigación en medicina psiquiátrica tal y como se la conoce
hoy en día y se empezaron a sintetizar los primeros ansiolíticos,
antidepresivos y antipiscóticos.
Una vez en este punto de la historia, la comunidad
científica se planteaba dos cuestiones:
1)
Si las personas con enfermedades mentales
padecían un desequilibrio químico real que la medicación corregía.
2)
Si los fármacos que se habían desarrollado para ese supuesto realmente «curaban»
ese desequilibrio químico.
Vamos a ver qué nos dicen los
datos sobre estas dos cuestiones….
1) Con
respecto a la primera cuestión: ¿las personas con enfermedades mentales padecen un desequilibrio químico real?
Respecto a la teoría
serotoninérgica (aquella en la que se basan los investigadores para explicar el
funcionamiento de una gran mayoría de los antidepresivos) ha habido a lo largo de los años mucha controversia al
respecto, unos estudios la apoyaban, otros la desechaban… Con la teoría
dopaminérgica (aquella en la que se basan los investigadores para explicar el
funcionamiento de los antipsicóticos para el tratamiento de la esquizofrenia) fue otro tanto de lo mismo:
mientras muchos investigadores la apoyaban con sus estudios, otros tantos la
rechazaban.
NOTA IMPORTANTE QUE SIEMPRE HEMOS
DE TENER EN CUENTA: que un fármaco mejore
o disminuya las manifestaciones de un trastorno no implica
necesariamente un vínculo causa-consecuencia. Es decir, que el fármaco produzca
ciertas mejorías (como era el caso de los antidepresivos y antipsicóticos en la
depresión y en la esquizofrencia respectivamente)
no significa que estén necesariamente
atacando a la causa biológica que da lugar al trastorno. A día de hoy no existe una prueba científica que demuestre que la
depresión clínica ni la esquizofrenia se deban
a un estado biológico deficitario.
2)
Con respecto a la segunda cuestión: Si no se ha demostrado que un desequilibrio
químico en el cerebro sea la causa de los
trastornos mentales ¿Qué hacen entonces los psicofármacos si no corrigen
un desequilibrio en la química cerebral?
El fármaco, por ejemplo un
antidepresivo como pueda ser la fluoxetina (princpio activo del Prozac, un inhibidor de la recaptación de serotonina),
ejerce su función sobre el cerebro de un paciente que, hasta que se demuestre
lo contrario, tiene una química cerebral normal. Al principio se producen los cambios correspondientes dando lugar a una
mejora del estado de ánimo del paciente, pero a medio/largo plazo se producen
desajustes en el sistema serotoninérgico que dan lugar a una insensibilización
de las neuronas postsinápticas, que son las encargadas de recoger la serotonina
una vez esta ha cumplido con su función. Y, una vez más, otro tanto parece
ocurrir con los antipsicóticos.
Si esto es correcto, entonces tal y como platea el autor en su libro
¿los psicofármacos ayudan o perjudican al paciente a largo plazo? Varios estudios
llevados a cabo con personas que padecían esquizofrenia medicadas con
antipsicóticos de forma permanente y otras que no se medicaron, demostraron que
el uso crónico de este tipo de fármacos no parece ser el adecuado, ya que en
todos estos estudios los pacientes no medicados demostraron un mejor funcionamiento cotidiano, menor
sintomatología y menor tasa de hospitalizaciones a largo plazo que el grupo que
sí fue medicado de forma permanente. Es
decir, que a corto plazo los antipsicóticos «funcionan» ya que son útiles
porque disminuyen los síntomas pero a largo plazo parecen resultar más
perjudiciales para la evolución del trastorno y, especialmente, la calidad
de vida del paciente. Es decir, parece que
la medicación aumentaba las probabilidades de convertir al paciente en un
enfermo crónico. Esto coincide con lo que te explicaba unas líneas más
arriba acerca de cómo el antidepresivo y el antipsicótico producen cambios en
la vía correspondiente del cerebro, dando lugar a mejora de los síntoma pero a
largo plazo atrofia ese sistema. Cabe la posibilidad de que precisamente esa atrofia sea la causa de ese empeoramiento del paciente con esquizofrenia o con
depresión a largo plazo.
Me gustaría volver a escribir
sobre este tema cuando avance más con el libro porque creo que todos, profesionales en áreas relacionadas y el ciudadano de a pie, necesitamos un
mayor nivel de cultura farmacológica
y realmente esto es lo que pretende este autor: abrirnos los ojos a través de los
datos objetivos, ni más ni menos. Que
cada cual tras leerlo, saque sus propias conclusiones.
100% recomendable.
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