Ayer dos buenos amigos de Carlos
le dijeron que vieron a su novia paseando de la mano con otro hombre. Carlos
está convencidísimo de que sus amigos vieron a alguien que se parecía mucho a
su novia pero que definitivamente no podía ser ella porque le dijo que se
pasaría todas la tarde con las oposiciones. Y su novia jamás le haría algo así,
es imposible. Agradece a sus amigos su lealtad pero seguro que se equivocan.
Luis quiere dejar su trabajo pero
tiene miedo de cometer un error haciéndolo y arrepentirse. No para de
decirse que aún es joven, que tiene un buen CV, que
seguro que tarde o temprano le cogerán en algún sitio, que tiene muchos
contactos que le podrán ayudar… Todo este discurso interno que Luis se repite
le ayuda a convencerse a sí mismo de que irse es lo correcto.
Maya miente a sus padres todos
los fines de semana cuando les dice que se va a dormir a casa de su amiga
Cristina y en realidad se va a casa de su novio. Se siente culpable por
mentirles pero se justifica a sí misma pensando que algunas de sus amigas también mienten a sus padres y el mundo
no se acaba por ello.
Cuando intentamos resolver la disonancia cognitiva, básicamente lo que
hacernos es autoengañarnos. ¿Por qué lo hacemos? a veces para protegernos de ciertas realidades que
no queremos/podemos digerir. Por ejemplo, Carlos se protege de la posible
idea de una infidelidad, lo que destrozaría sus planes de futuro con su novia y
la imagen que tenía de ella, a la que adora. Resolver la disonancia cognitiva también sirve para hacernos la vida más
agradable, ilusionarnos y subirnos el estado de ánimo como el caso de Ana
interpretando ciertos sucesos como señales de que lo que quería iba a llegar. O también puede ayudarnos para motivarnos a hacer algo que nos cuesta
hacer, como es el caso de Luis. Otras sirve para justificar una conducta que, simplemente, nos apetece hacer pero
nos sentimos mal por ello, como Maya.
En resumidas cuentas, resolvemos la
tensión interna que producen estas disonancias cognitivas para «creer lo que queremos creer» y seguir con nuestras vidas. De esta forma, intentamos mantener un coherencia con nuestra propia identidad, intentando moverla lo menos posible. Al final, si lo miras bien, es una forma que nuestra mente tiene de ahorrar esfuerzo y energía. Vamos,
que modificamos la realidad para que el resultado nos convenga aportándonos
sensación de tranquilidad y estabilidad. A veces las circunstancias permiten que mantengamos
nuestro autoengaño siendo este incluso adaptativo porque nos ayuda. Por
ejemplo, en el caso de Luis se atrevió a dejar su trabajo y al final encontró un
trabajo mejor en poco tiempo. Otras veces, las circunstancias nos obligan a
darnos cuenta de que estábamos interpretando la realidad de forma poco
realista. Por ejemplo, en el caso de Carlos, si pillara a su novia siéndole
infiel, no le quedaría otra que admitir su autoengaño y empezar a trabajar en
aceptar la realidad.
La disonancia cognitiva y los intentos por deshacernos de ella, no solo
se dan en nuestro día a día ordinario sino también dentro de los diferentes
trastornos psicológicos. Obviamente, en estos casos no suele ser adaptativo porque el paciente lo usa para justificar sus ideas distorsionadas. Vamos con un
par de ejemplos para que veas a lo que me refiero:
Por ejemplo,
en el caso de un TOC supersticioso en el que la paciente cree que
cuantas más veces piense en la obsesión (ej. mi hijo va a ponerse enfermo esta
semana), más probabilidades hay de que esta se cumpla, ya que según ella «los pensamientos tienen poder por sí mismos y
envían energías al resto del universo». Cuando hacemos un experimento
conductual poniéndolo a prueba y el resultado es que al niño no le pasa nada, la
respuesta es: «es que no lo he pensado con
bastante fuerza; o, es que lo he
pensado muchas veces pero aún así no lo bastante; o, es que no me centré en que era esta semana y a lo mejor cae
enfermo en un mes» ¿Qué está haciendo? la paciente cree que los pensamientos por sí solos crean situaciones pero el resultado del experimento
le dice que su creencia es errónea. Esta incomodidad que surge de esa
disonancia (dos informaciones contradictorias) la resuelve buscando justificaciones
que le permitan mantener su idea inicial (idea TOC: poder de los pensamientos)
y así desechar cualquier otra posible idea con plena convicción.
Otro ejemplo,
un caso de celos patológicos en el que Juan cree desde hace un año que Pilar
le engaña pero no hay evidencia alguna de ello. El otro día ella se tuvo que
ir a una reunión que terminó a las tantas y él, al sospechar de que estaba con otro, llamó a la jefa de Pilar, la cual le confirmó que estaban en una
reunión. En lugar de desechar su idea inicial de infidelidad, Juan interpretó
que Pilar y su jefa estaban compinchadas
en el engaño. De ese modo, una vez más, Juan resuelve la tensión interna que le crea la
información que no encaja con su idea inicial de infidelidad.
Estos son dos casos en los que la resolución de la disonancia lleva a sostener y perpetuar ideas equivocadas y dañinas para quién las mantiene, consecuentemente esto lleva a un mantenimiento y agravamiento del trastorno. Aquí te he puesto un par de
ejemplos pero este tipo de situaciones son muy frecuentes y la resolución de
las disonancias cognitivas en el caso de desórdenes psicológicos nunca son
adaptativas porque perjudican al paciente. Esto nos demuestra que un mismo
fenómeno psicológico puede ser adaptativo en algunos casos y
muy disfuncional en según qué otros. Para los últimos, experimentos
conductuales y Diálogo Socrático son dos buenas opciones de terapia cognitiva para trabajar este tema, ya que ayudan al paciente a identificar y modificar interpretaciones irracionales. Y tras conseguirlo, lo suyo sería ahondar en las creencias irracionales de base que han llevado al paciente a interpretar la realidad de esa forma.
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